jun
21
Perdí mi licencia de manejar. Desde que me di cuenta confieso que temí encontrarme con tránsitos y militares. "¿Por qué no trae su licencia?" Imaginaba que me preguntarían. Me incomodaba la posible pregunta porque no había nada glamuroso que contar ningún asalto ni levantón ni nada. Es más ni hubo teiboleras que se hayan querido pasar de lanza bajándome mis papeles. No, todo fue un simple descuido.El problema es que hoy se me fue la onda y yendo con prisa por Colegio Civil me salió un tránsito que estaba detrás de un poste. No estaba visible el señor. No tenía porqué estarlo, por otra parte, pues se debe conducir con cuidado de todos modos. El caso es que apareció, así como los militares de mi sueño, como fantasma. ¿Y si era el alma de un tránsito en pena? Quién sabe. Para ser fantasma fue muy real.
Claro, me regañó por la velocidad y la licencia. No le pareció divertido que como explicación de porqué no traía la licencia le hubiera dicho que no estaba perdida, andaba de parranda. Pidió respeto para la autoridad. Cumplía eficientemente con su trabajo, me contó, por eso me exigió respeto.
Me explicó que el trámite de una nueva licencia se complica porque hay que ir a reportarla perdida al ministerio público. Le quise decir que no anda perdida.... pero no me dejó. Me parece ridículo irla a buscar a las cantinas. ¿Y a qué hora voy? Imaginé que tendrían una vitrina especial para licencias perdidas. Sacó su libretita y empezó a anotar mis placas, mis datos, etc. Luego de repente encabronado la cierra y me dice: "¡No, a mi no me gusta perjudicar a la gente!". Casi me río. ¿De qué hablaba? Me informó que él es buena persona que no le gusta dañar a los demás. Por echarme la mano no me iba a dar la multa, sin compromiso, que si me quería ir lo podía hacer... pero que también pensara que podría dejarle para las cocas, verdad, porque está duro el calor. "Eh, pero es sin compromiso. No me vaya a perjudicar. No lo estoy obligando a nada". Me pareció muy chistoso que su gesto amistoso consistía en no pedir nada a cambio pero al mismo tiempo daba por hecho que le iba a dar varo.
Le agradecí mucho su honestidad, gracias a Dios existe gente como él, que sin pedir nada a cambio ayuda a los demás. Le di la mano. Creo que pensó que aprovecharía para darle lo de las cocas. Se sacó de onda aunque salió del momento de tensión recordándome que él es buena persona.
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